En casa...donde la paz y tranquilidad inunda cada rincón. Donde el frío de la sierra nos invita a fundirnos con el nórdico hasta bien entrada la mañana. Donde el calor de la familia se hace más patente que nunca. Donde ahora mismo reina la tormenta en el cielo...pero hoy no me da miedo.
Después de haber envuelto cada regalo con suma delicadeza y poniendo mi ilusión en cada uno de ellos, me siento en mi cama rodeada de mis cojines que son una estrella y un sol. Aquí me encanta dormir rodeada de cojines. Aún encuentro apuntes de tiempos pasados,fotos,frascos de perfumes gastados,las zapatillas de casa que nunca uso,el aroma de sueños de dos años,recuerdos de cada rincón u objeto,mi alfombra de madera a los pies de la cama,estos tonos rosas y amarillos que tiñen mi habitación,incluso el escritorio sigue aún sin recoger. Parece que el tiempo no pasase por aquí, aunque una esquina acoge mi maleta, repleta de cosas para estas vacaciones invernales.
Llena de cartas, esperanzas, anhelos, recuerdos, fracasos, logros, conocimientos, personas, sombras, soles, lunas, estrellas y sueños; siempre tiene muchos sueños.
Siempre inseparable de mi.
No puedo recordar el día que empecé a ir de un lado a otro, es algo que se ha convertido en mí o yo en ello.Hay veces que necesito parar y meter la maleta debajo de la cama para olvidarla durante unos días. En cambio,hay otras veces que necesito no deshacerla nunca e ir de aquí para allá como el viento que ahora mismo choca en mi ventana. Correr a coger puntual un autobús,llegar arrastrando la maleta y dejarme caer en el asiento a mirar por la ventana con paisajes que podría describir perfectamente así como los distintos cambios que han tenido a lo largo de los años. Esos son los momentos que aprovecho para desconectar del mundo y pasear por mi cabeza.
Pero estar en casa me llena profundamente. Aquí todo parece eterno.
Es aquí donde mi maleta descansa y me da las buenas noches diciéndome que pronto habré de partir otra vez pero que mientras, aproveche y me olvide de horarios.
Es en casa, donde en estos tiempos de prisas y agobios, rompo con mi rutina.
Desearos a todos que paséis una Feliz Navidad, que disfrutéis de la gente que os rodea y aprovechéis cada momento. Yo, en estos días, aprovecharé para dar los besos que a diario no doy, para decir te quieros que no me gustan decir por teléfono y para levantarme por la mañana con una gran sonrisa para los demás.