Estamos firmando sentencia.
Te dejo un alma suicida,
unas manos frías
y la suciedad escondida bajo la planta de los pies.
Te dejo veinte días de vacaciones,
para tus entrañas;
una hipoteca de cucharas sucias de café
y unas nubes grises en la pecera del olvido.
Mi sentencía está anémica de verdades.
Carente de toda ley y orden.