domingo, 31 de enero de 2016

Cuando ya estoy cansada,
he besado los suficientes sapos,
y  sudado en varias sábanas muertas de amor,
tomo aire, compro vino,
sigo el camino que lleva
de las naranjas a las cepas.

(Los signos inconfundibles de la infancia son un sorbo de vino dulce dentro de esta niebla.)

El amor, al igual que el vino,
es el sacrificio de nuestra soledad,
quedarte sin más palabras
que las de ternura, ansías y premura…
me entusiasmo, pierdo cordura,
ropa, horarios.
Saco la botella del mensaje
y marco personas, fechas, recuerdos.
Entonces me descubro
cogiendo la copa (o la boca)
y empiezo a arder durante una eternidad.



Pero cuando vuelvo a los orígenes,
al sapo de barro,
 la sábana seca
y la tierra te llama,
y la  llama,
te taladra,
es que está próximo el final…

De la boca o de la copa…O ambas a la vez.

miércoles, 27 de enero de 2016

¿Hasta cuándo te quedas?

Odio que la inspiración llegue con los días tristes.
Es una araña que espera la noche
para salir de la grieta de la pared desconchada de la habitación,
y meterse en mi cama
sin pedir permiso.
Y despertarme. Sin permiso.
Y abrirme las manos,
las piernas,
la memoria
y la crueldad. Sin permiso.

Y después de días encerrada,
conmigo,
hurgando entre la piel del alma
y dejando las cicatrices necesarias
para recordar como volver al cuerpo;
se esconde de nuevo en su grieta,
en la oscuridad de la noche.
Para volver a morder a su antojo,
sin alarmas ni esperas,
sin pedir permiso.

domingo, 24 de enero de 2016

La noche anterior a Catalina

Se merecía un poema.
Aunque sólo fuera carne para cicatrizar heridas.
Pero aquel movimiento pélvico sacó a la tierra de su eje.
Pude ver a Catalina antes de perturbar en la órbita.
Era agua.
Lágrima.
Canibalismo.

Catalina ya se había estrellado.

lunes, 18 de enero de 2016

Lunes azul.

Dame una copa de vino
para destruir el mundo.

Voy a romper el techo,
el cristal de la sapiencia,
y voltear la locura en las raíces de los suspiros.
Voy a cantarle a las macetas,
aliviar la necesidad de lluvia a base de saliva
y desencadenar el zapateo iracundo sobre la fiebre del pasado.

Con los ojos en formol, el vientre incandescente,
voy en caída libre como hoja caduca...
Voy a borrar las huellas,
los olores
agrios
y
amargos
de la memoria
dormida.

Dame otra copa de vino más
y pongo el sol sobre los dedos de la nostalgia para que se queme.
Y que cicatrice.
Y que no vuelva.