miércoles, 21 de octubre de 2009

Rutina, sueño...silencio.

Silencio entre láminas de fotografías y folios de papel.
Fuera, el viento se ha apoderado de las calles, y el sol ha caído hace largo rato.
Mis pies, fríos por el aire del norte que sopla sin dar tregua al flotar de las mariposas entre las hojas que el otoño retorna a la tierra; tiemblan buscando ese recodo que el sofá guarda para su frío. Dicen que el otoño es el tiempo del poeta, de la epifanía del verso y del nacimiento del arte que nace de las manos; en realidad creo, el otoño sólo es viento, hojas secas y anhelo de brasero y paño para el invierno. El verso no nace del aire.
El verso nace del humo de un cigarro, de un paseo sin rumbo, de una sensación, de un instante en el tiempo, de una contemplación desconocida,de un beso de buenos días, de un anhelo o de un sueño, de una mirada a la inmensidad que se nos presenta cada día y nos parece tan efímera por culpa de la rutina.
Sí...la rutina. Esa que todos tenemos cada día.
Esa que se rompe cuando se crea el verso.
Esa insensata que muchas veces no nos deja tiempo para el verso, la poesía, el cuento, la música...la evasión de una tarde en nosotros mismos.
Esa rutina que muchas veces no nos deja dormir, que nos despierta en mitad e la noche pensando que hemos olvidado algo que hacer.
La que sólo rompe un leve acontecimiento que no esperamos, porque los que esperamos se convierten en rutina y luego, en recuerdo.
Hoy rompo con mi rutina y anido mi pensamiento en el verso.
Ese verso que, en una tarde de otoño, me trae el más profundo estado de sueño...el soñar despierta.

domingo, 18 de octubre de 2009

Hola de nuevo!

Tuve problemas con el blog que ya tenía, por eso decidí hacerme una cuenta nueva.

Camino hacia adelante.

Sin mirar atrás y sin sentirme defraudada conmigo misma.

Sé que soy y estoy. Con una biografía de esperpentos de princesas e historias de brujas. Con la noche, voy cayendo muy abajo, más allá del suelo, me quedo enterrada en un muro de acero y mi voz se oye lejos, cada vez más lejos.

Pero es de repente cuando el sol mece al rocío que queda en las ramas del azahar que vive debajo de la ventana, cuando libera el canto de mil pájaros que llenan de colores de la mañana...cuando mi voz empieza a atravesar el murmullo de las nubes que cubren un día de invierno.

Y me pongo en pie. Y mi voz se despereza conmigo.

Bajo la mirada atenta de la ciudad, mis pies acompañan a la melodía de las mañanas de frío. Mi mirada recorre cada una de las decisiones que el aire toma para llenarme y el azahar reza bajo la ventana del alma. Mi voz se alza entonces, rápida y ágil para buscar la señal del cielo. Se va por encima de mi cabeza y de mis manos, y llega al tejado, donde en la noche, se fraguan las mas bellas conversaciones de amor.

Mi voz se vuelve a desperezar y se alerta de que existe en la tierra,por encima del suelo y por debajo de nubes rosadas y malvas que llenan el cielo de espirales soñolientas.La voz se mezcla en la espiral y se mece en el ambarino que nace de las nubes malvas.Asciende y no encuentra donde acaba el universo.

Y la voz sigue desperezándose y buscando cobijo bajo tu mirada soñolienta,y busca la palabra precisa,la sonrisa perfecta...el acorde que pone melodía a un sentimiento que hace que la voz ascienda y no vuelva a tierra.Y la voz se despereza imaginándose en tus manos.