lunes, 22 de agosto de 2016

Suspiros transfronterizos.

Se que esperas el verso.
Pero no lo tengo.

Lo dejé marchar en el tren,
junto a la gente que huía de la prisa con prisa.
Es un tema recurrente
escribir sobre amor cerca de las vías.

¿O era de la vida?

Pero sí. Se marchó con ellos,
dónde no volveríamos a encontrarnos con él.
Era un verso que hablaba del destino;
ese perfil suyo sí que lo recuerdo,
con su maleta desbaratada,
sus gafas oscuras
y la camelia en el ojal.
Un esperpento muy gastado para un verso.
Y de cómo intentaba decirme que santificara ese ritual
donde nos reímos de la prisa con la prisa,
del tiempo estancado en el raíl de la lengua.
Allí elegimos estómagos a palabras.

El chico de la maleta besó con todas sus bocas
a las ménades del tiempo.
Cogió su tren
y se llevó mi verso.
Tenía demasiada hambre para retenerlo...


Vino verde con ciruelas.
Eso sí que se merecía un buen verso.
¿O era un beso?

domingo, 31 de julio de 2016

Vendimias viscerales.

Otra copa.
Otro beso.
Otro verso.
Otra hora.
Otro tiempo.
Otro ser.
Para cuando despiertes.
Para cuando des.
Para cuando desesperes.
Para cuando esperes
otro ser, otro tiempo, otra hora,otro verso, otro beso, otra copa.

Para cuando no estés.
Para cuando no esté,
para aguas.

Paraguas.
Para los pies.
Pisar el seso como envero.
Pisar el sexo como nube.
El desborde del canalón hecho cristal de lluvia.
El cristal hecho alcohol.
Alcohol para cuando desp...

(Ya me he ido).




martes, 26 de julio de 2016

Al fin en el fin.

Me di cuenta tarde de que estaba sola en ese beso.
Y te busqué en otros cuerpos,
en otras ciudades,
en hombres y mujeres
e incluso debajo de la cama.
Era muy tarde,
tan tarde que la madrugada se antojaba invierno despechado
contra la plenitud de las cigarras.

Aún tengo el valor del jazmín pisoteado,
del azahar resbaladizo de lluvia.
Aún tengo una impaciencia calma
y unas dudas servidas a fuego lento.

Eso no quita que
al fin y al cabo,
había volado yo sola.
A mi fin que fue tu principio.
Al principio.
( A ese principio había volado más horas de las que fueron,
conmigo,
sintigo.)
Pero al fin, en el fin.
Donde no queda nadie en ese beso.

miércoles, 20 de julio de 2016

Elegí comerme.

Elegí la víscera,
el momento,
lo que me ponía sin saber si era lo acertado.
Elegí un nombre (¿o era un hombre?) al mes
y un cuerpo a la semana;
la frivolidad de la feminidad hecha mujer de provecho
y una casa acogedora con vistas a un verde mar.

Elegí alcohol sobre ser humano,
las verdades a medias
y dormir en muchas camas,
y en la mitad de ellas ha sido en mi imaginación.
Pero por encima de todo elegí.

Elegí el olvido y el cambio continuo.
Las ciudades, los zapatos.
Elegí tu desecho y un recuerdo de noria.

No fui valiente para elegir el sueño,
no, no pude elegir uno sólo.
No un sólo plan.

Y aquí estoy,
eligiendo mi nuevo estómago
y una libreta donde no aparezca tu nombre.

Este estómago es mi estrategia.
No te quedes sin ninguna por una quimera.

jueves, 14 de julio de 2016

Trastos.

"Una mujer vive en un muelle oxidado alejado de la ciudad.
Pesca todo lo que la gente abandona."
La Rous, Una Niña.

A mi me gusta morirme.
Quitarme de la vista del mundo
y ser yo conmigo,
balancearme en los hilos de las horas
y desprenderme del cliché
de que la soledad es un arma de doble filo.
He de pasar un poco de sed
para que la víscera estalle,
unirme, sin ropa y sin miedo,
hidrolizarme con las pompas de jabón
que arrastra una ducha masiva de recuerdos
y tocarlas con los dedos para ser consciente de su fragilidad.
Aquí todo tiene vida
y los fantasmas se me antojan niños caprichosos
que comen algodón de azúcar
y siembran gnomos en las paredes.
Estas invasiones sin presencia ni estrategia clara
van cayendo en la medida que exploro la cicatriz
y matar a estos mensajeros es lo que da sentido al mensaje.

Me rescato.
Rescato el estómago triste,
el nido de melancolía que prende en llamas
en el alféizar de la ventana,
el vaivén pendular de los dedos sobre este papel
convertido en mesa de carnicero
con corazones muertos de promiscuos corderos,
rescato el aire,
mi aire
con los girasoles despiertos en los ojos.

Me gusta tener consciencia de que la existencia
es meterse en el tornado de Oz.
Pues abrir la caja de Pandora es la única forma
de llegar hasta el fondo del asunto.
Si es que llegas.

miércoles, 25 de mayo de 2016

Microorganismos.

Quédate siendo agua.

*****

Hay días que puedo amar una palabra
por el simple hecho de ser palabra,
para llenarme los carrillos
de algo que pertenece a todos.
Incluso a los malhablados.

*****

El pánico a la herida me pone la cara amarilla.
Pero me veo guapa con este color.

*****

Existe una catástrofe de la que no podemos salvarnos: pedir auxilio sin quererlo.

*****

Estoy inmovilizada por el viento
y me derramo a solas, a locas.
No me mojo si me lloro.
El reloj está parado pero aún veo la hora exacta.

*****

El punto exacto es una rutina que conviene no encontrar.

*****

El rito es sencillo: lloras y andas.

*****

El ser humano tiende a sentirse inmortal.
Deja un nombre que nunca fue suyo.
Y se corona dormido.
Y se levanta muerto.

*****

Tengo atorado un poema.




domingo, 22 de mayo de 2016

Cuéntame en que laberinto te has perdido
que te restauro el camino de piedra
a lomos de la luna que te sostuvo la copa anoche.
Que los laberintos son anfitriones en el nombre de la suerte
y te coge con todas sus manos
y te besa con todas sus bocas
y sostienen hormigón para tapar la herida.


Juguemos dentro al escondite
según vire este poniente.
Que nos sitúe en la línea de salida.
Que se destruya la piedra,
que se derribe la memoria,
que los ancestros pierdan su nombre.

Cruza el laberinto cómo quién cruza la acera de la calle,
sin contar cuántas horas
se tardan en desnudar un alma de los ojos para abajo.

Te presto el reloj de arena. Hay juego.


domingo, 21 de febrero de 2016

La verdad.

Esta resaca bien podría saber a ti.
A lluvia y tragos cortos de melancolía.
Podríamos reírnos de la cara que se la ha tenido que quedar al  destino
o de lo desordenada que ha sido la suerte.
Tirar del hilo.
Acogernos con el miedo de la elegida soledad.

Dejarnos ir al tercer día para siempre,
que no es mucho tiempo.
No persistir en la memoria ajena.
No arrancarle las bragas al corazón.
No edificar castillos de arena...
Arena que será tiempo en los relojes
y que acabará por caer grano a grano
en el suelo de cementerios de las sentencias suicidas,
cómo "contigo, hasta el fin del mundo".

A mi déjame en mi casa que no quiero apocalipsis.
Ya tendré tiempo de enterrarme en vida.
Que no hay que tirar del hilo mientras las cometas vuelen completas.
Que nunca es tarde cuando los relojes son de arena.
Al final era mucho más obvio de lo que parecía,¿verdad?

miércoles, 10 de febrero de 2016

00797, Turnedo Wine.

Dame por perdida cuando me ahoge en el verso que te debo.

Por eso no voy a escribirtelo,
ni voy a elegirte con la valentía que exige resucitar las palabras de fuego.
Ni cuando me tome dos copas de más.
Prefiero seguir comiendo la tierra de la soledad,
sentarme con la nostalgia a la hora del café
y mirarme en el espejo de la memoria.
Me quedo con el verso lleno de lluvia,
con la armadura que aún no acostumbro a llevar.

Pero si hoy quieres,
ven a casa,
rompe con esta rutina básica de las soledades,
mandemos los trastos molestos del alma al sepelio de la sardina
y déjame injertado el aliento de la resurrección en las manos
y mando a los hombres grises a pedir el tiempo que hemos perdido,
a Hor a buscar la salida de una casa oscura;
y te mando el viento del aire
a que se siente en tus rodillas (cómo siempre)
y te bese con todas sus bocas (cómo nunca).
Ahí,
cuando el viento te robe el suspiro,
y me quite la segunda piel,
justo ahí voy a perderme.


Y es que no existe el olvido cuando se entra por la puerta de atrás del verso.
O del alma.

martes, 9 de febrero de 2016

Me he descubierto un corte nuevo.
Lo he tocado hasta el fondo y sangró.
En ese momento fui consciente de que ya no había vuelta atrás.

He caminado a los precipicios y he imaginado,
tan alto y tan claro,
que no había forma de que el eco
distorsionara mis palabras.
He venido a sembrar mis huesos otra vez
y abrir las acequias de mis venas…
                                                        espero que corra bien el agua.

El problema es afirmarte mi deshacer lento
mis largas borracheras de sueños
y que de cuando en cuando, si el nervio apremia,
me muerdo las uñas, los ojos y los pensamientos.
Y que no me da miedo salir corriendo.


El problema es que no tengo fe en la piel,
y arrastro heridas de más
y versos de menos.

domingo, 7 de febrero de 2016

Para Sara.

Porque la vida nos siga llevando por senderos raros.
Por rehacernos y rearmarnos por cada hueso y esquina del alma.
Por ser levante. Y poniente.
Porque somos títeres de la suerte. Y a ambas nos gusta estar en escena
Porque podemos cambiar la copla: "Mujer cobarde no conquista hombre valiente."


Por la vida. Perdón, la vía.
Ese camino largo con nuestras costillas de madera.

jueves, 4 de febrero de 2016

Reflejos.

Cada paso fue una línea en blanco,
cada estación, el pasaje roto del trayecto,
cada esperanza, una duda
y todos los quizás, el hastío.

La línea roja del horizonte me anuda las manos y los pies,
mientras,
escucho a la voz de un niño pequeño poner nombre a las nubes
y una imagen similar a la que fuera yo un día
aunque desteñida y ajada,
tantea los dedos encima de la mesa plegable del vagón.
Se acomoda a mi lado la nostalgia
como escenas repetidas de cafeterías del desamor.

Abandóname en la estación,
sombra,
              nube,
                       espejo,
con mis maletas vacías y los calcetines sucios del camino,
que la corriente nos lleve al puerto del abandono;
que la marea nos arrastre hasta los sesos,
que la línea del tren atropelle las intersecciones.
Que el raíl rompa las costillas y suelte las amarras de las horas
sorbo a tic tac.
Que se enfríe este café y que por favor encuentre un tesoro en el fondo de la taza.

Ven.
Siéntate.
La nostalgia te cede el sitio.
Yo te cedo el encuentro y el milagro.
Ven.
Que estoy débil de los ojos para abajo.
Ven.
Que voy a desmenuzarte ala por ala,
diente por gente
en los espejos prohibidos de los reflejos muertos.

domingo, 31 de enero de 2016

Cuando ya estoy cansada,
he besado los suficientes sapos,
y  sudado en varias sábanas muertas de amor,
tomo aire, compro vino,
sigo el camino que lleva
de las naranjas a las cepas.

(Los signos inconfundibles de la infancia son un sorbo de vino dulce dentro de esta niebla.)

El amor, al igual que el vino,
es el sacrificio de nuestra soledad,
quedarte sin más palabras
que las de ternura, ansías y premura…
me entusiasmo, pierdo cordura,
ropa, horarios.
Saco la botella del mensaje
y marco personas, fechas, recuerdos.
Entonces me descubro
cogiendo la copa (o la boca)
y empiezo a arder durante una eternidad.



Pero cuando vuelvo a los orígenes,
al sapo de barro,
 la sábana seca
y la tierra te llama,
y la  llama,
te taladra,
es que está próximo el final…

De la boca o de la copa…O ambas a la vez.

miércoles, 27 de enero de 2016

¿Hasta cuándo te quedas?

Odio que la inspiración llegue con los días tristes.
Es una araña que espera la noche
para salir de la grieta de la pared desconchada de la habitación,
y meterse en mi cama
sin pedir permiso.
Y despertarme. Sin permiso.
Y abrirme las manos,
las piernas,
la memoria
y la crueldad. Sin permiso.

Y después de días encerrada,
conmigo,
hurgando entre la piel del alma
y dejando las cicatrices necesarias
para recordar como volver al cuerpo;
se esconde de nuevo en su grieta,
en la oscuridad de la noche.
Para volver a morder a su antojo,
sin alarmas ni esperas,
sin pedir permiso.

domingo, 24 de enero de 2016

La noche anterior a Catalina

Se merecía un poema.
Aunque sólo fuera carne para cicatrizar heridas.
Pero aquel movimiento pélvico sacó a la tierra de su eje.
Pude ver a Catalina antes de perturbar en la órbita.
Era agua.
Lágrima.
Canibalismo.

Catalina ya se había estrellado.

lunes, 18 de enero de 2016

Lunes azul.

Dame una copa de vino
para destruir el mundo.

Voy a romper el techo,
el cristal de la sapiencia,
y voltear la locura en las raíces de los suspiros.
Voy a cantarle a las macetas,
aliviar la necesidad de lluvia a base de saliva
y desencadenar el zapateo iracundo sobre la fiebre del pasado.

Con los ojos en formol, el vientre incandescente,
voy en caída libre como hoja caduca...
Voy a borrar las huellas,
los olores
agrios
y
amargos
de la memoria
dormida.

Dame otra copa de vino más
y pongo el sol sobre los dedos de la nostalgia para que se queme.
Y que cicatrice.
Y que no vuelva.