Hay días, como los de hoy, que me hubiese gustado no levantarme y quedarme entre las sábanas esperando que llegue mañana. Un día frío,húmedo,gris y ahora mismo negro,como la boca del lobo. Perdida (para variar), me he dormido viendo caer las gotas de lluvia que resbalaban por el cristal de mi ventana mirando como el rimel manchaba la almohada con sueños que me aterran, unas horribles pesadillas que me hacen un nudo en la garganta, que me hacen ver fantasmas en cualquier rincón de la habitación. Será eso, que soy propensa a ver sombras volando de un lado a otro y me roban las noches.
Cuando he despertado, no había ninguna estrella en el cielo (como echo en falta ese cielo estrellado de la sierra), ninguna luz que mirar para pensar que siempre hay un rayo al final del camino para seguir y seguir. Nada que me hiciese dejar escapar un suspiro de abeja zumbona que mana néctar para convertirlo en miel. Será que muchas veces, tirarse al vacío sin cuerda que te sujete bien los pies, es no saber lo que vas a encontrar abajo; incertidumbre de rosas o espinas. La verdad, nunca fui partidaria de tirarme sin saber seguro que voy a encontrar; pero hay detalles que hacen que de vez en cuando, el salto preciso es lo que hace falta sin mirar lo que hay debajo de nuestros pies. Como esa ola en el mar que rompe en el acantilado dejando su espuma esparcirse entre las rocas y se aleja sin saber como ni a donde.
En fin, sólo espero que esta noche los fantasmas no me estén esperando debajo de la cama ni que el día se despierte gris ni húmedo. Se que veré la boca del lobo asomar por la ventana, pero espero enfrentarme cara a cara con ella y que no muerda, que antaño contaban que duele.
Tranquila, que mañana saldrá el sol aunque llueva, que mañana llorarás de alegría y saltarás a vacío de una carcajada sin límite, no hay noche sin estrellas, solo has de secarte los ojos para poder verlas claras. Mucho ánimo guapísima, sabes que tu estás por encima de las penas.
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