
La epidemia de tristeza llegó a la ciudad.
La lluvia (con la que nunca me entiendo) caía dando un fuerte sonar en el cristal de las manos,
llenándolo todo de heridas de guerra, dejando perfumes que hacen retorcerse al cuerpo;
con un rastro de palabras, tal vez sinceras, tal vez crueles.
Toda tormenta desagradable llega los días de verano, para ser rayo y bochorno, trueno y sudor.
Ignoro la ciudad.
Sus luces,su olor,su inestabilidad. Entro en estado catatónico y subo a la sierra.
No me pongo a la altura de las nubes,yo subo más arriba.
Y según me desperezo desnuda de mi,me tiro al agua,me tumbo al sol,y miro con desprecio las nubes.
"Tú estás en estado de semidiosa;te quieres con locura.En todos los sentidos."
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