domingo, 6 de marzo de 2011

Noches extremeñas...

Primera noche después de la llegada.
Me bastó respirar para sentirme profundamente a mí misma, como si nada ni nadie pudiese atravesar las líneas de mi horizonte; y mi única y mayor preocupación es que hacía frío.
Posteriormente, la sorpresa de encontrarme en casa aunque todo estaba distinto, más nuevo y bello, pero con la esencia de lo que siempre ha sido y con su foto en el baúl para recordarme que sigue a mi lado. Como siempre ocurre en los días de este lugar, el olor a café llegaba desde la casa de enfrente para el momento del descanso de las labores agrícolas...que además con este frío se antojaba un buen aliciente para que mis manos dejasen de estar congeladas, y esa risa y esa voz desde la cocina llamándome "señorina"me hacían sentir como siempre me siento aquí, acogida. Tarde de radio,manta en el suelo delante de la lumbre y todos allí reunidos, cada uno en sus cosas pero siempre manteniendo una conversación agradable o yo preguntando dudas (para variar).
Me prometí a mi misma venir a meditar y reorganizar mi puzzle, pero me sentía tan tranquila que toda mi maraña mental la dejé metida en la maleta. Hoy no.
Cena de silencio. La sopa es un revitalizante tan potente para estas bajas temperaturas que nos dejó sin habla. Mi cama nueva me esperaba arriba para hacerla mía y darle un buen chite de ese descanso necesitado después de una semana agotadora. No está nada mal pero seguía persiguiéndome ese maldito frío...
Quizás, ese es mi único problema: el frío que se anida en las manos y deja parada en un instante el alma.

2 comentarios:

  1. Precioso, como nos tienes acostumbrada. Antonio Castro

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  2. Conozco y he vivido en ese lugar,ahora diferente arquitectonicamnente hablando,pero la esencia siempre es y sera la misma magica;y sabes que lo que falto??? las luciernagas ya volveran besosss.

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