Seamos los arquitectos de nuestras propias vidas. Cojamos nuestros instrumentos, los que sabemos que seguro nos servirán, como la comprensión, la amistad, el cariño, los sueños, el perdón, la esperanza, el amor, y todos los estados reconocibles del alma humana que queramos y dejemos a un lado los instrumentos que no nos permiten avanzar: de nada sirve el odio, ni el desasosiego, ni la ira, ni la envidia, ni el egocentrismo, ni la tristeza, ni las lamentaciones, ni la introspección,...
Somos almas hábiles y seguras, sobretodo somos almas maravillosas. Tenemos manos, cabeza, corazón y pies para saber que debemos de hacer y como alcanzar todo lo que anhelamos y dejar atrás lo que nos hace daño. Podemos regalar nuestra alegría a los que tenemos a nuestro alrededor y verdaderamente nos importan sin esperar nada a cambio, somos todos, y cada uno de nosotros, capaces de hacerlo. Y lo más importante, es que sabemos las herramientas para completar nuestra obra: la felicidad. Es así, existe, y podemos hacerla real y pragmática para poder completar nuestras vidas.
¿De qué nos sirve no ser felices?
Sólo nos sirve para parar el tiempo. Y siento decir, que el tiempo, irremediablemente; es lo único que pasa.
Y como me dijeron alguna vez...no van a hundirme y a alejarme de mi obra, porque por si no lo sabíais, yo soy de corcho y floto.
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