miércoles, 20 de julio de 2016

Elegí comerme.

Elegí la víscera,
el momento,
lo que me ponía sin saber si era lo acertado.
Elegí un nombre (¿o era un hombre?) al mes
y un cuerpo a la semana;
la frivolidad de la feminidad hecha mujer de provecho
y una casa acogedora con vistas a un verde mar.

Elegí alcohol sobre ser humano,
las verdades a medias
y dormir en muchas camas,
y en la mitad de ellas ha sido en mi imaginación.
Pero por encima de todo elegí.

Elegí el olvido y el cambio continuo.
Las ciudades, los zapatos.
Elegí tu desecho y un recuerdo de noria.

No fui valiente para elegir el sueño,
no, no pude elegir uno sólo.
No un sólo plan.

Y aquí estoy,
eligiendo mi nuevo estómago
y una libreta donde no aparezca tu nombre.

Este estómago es mi estrategia.
No te quedes sin ninguna por una quimera.

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