viernes, 23 de abril de 2010

Madrugada...

Es de noche.
La ciudad duerme bajo la mirada melancólica que acompasa mis pies...un dos,un dos tres,un dos tres cuatro y gira.
Mi cabeza da vueltas alrededor de mi cuerpo,descubriéndome entre las farolas que parpadean al son que algún grillo que canta en la acera. El olor azahar sigue inundando las calles y es más mio que nunca pues todo está desierto,vacío a altas horas de la noche.
La ciudad se estremece y juega cuál enredadera a llevarme a la mirada a la luna que envuelven luces de neón incandescentes. Todo brilla. Puede ser que la miopía me deje ver un mundo que nadie podrá ver igual.
Llego a casa y me quito los zapatos. Balancearme tatareando una canción por casa descalza es una rutina que nunca cambiaré.
El aire me trae recuerdos,viejos sueños que quieren revivir, y la maleta me mira desde un rincón para ponerme sobreaviso de que mañana hay que volver a partir,pero es lo que menos me importa en este momento en el que me fundo con el aire de la noche y mis pensamientos vuelan por la terraza en un danza silenciosa.
Me iré a domir,haber si con suerte el día aparece soleado y puede plasmar bien claros mis pensamientos.

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