lunes, 5 de abril de 2010

Primavera...

Redundan los vientos en el cristal. El sol amanece con su brillante sonrisa a azahar y unos zapatos negros se deslizan por encima de la aceras que mecen el ir y venir de transeuntes aún con el sueño como espejo de sus rostros. Los zapatos negros siguen un camino conocido, un camino que lleva y trae cada día un sueño, uno o miles; una meta que escala a pasos de hormiga jornalera como las que viven en la sierra (como añoro el olor del campo donde habitan). Se detienen, cogen aire y vuelven a retomar el paso. No hace ya el gélido frío que tronaba hasta llegar a unas manos, también negras, que temblaban a cada aliento de aire congelado de invierno. Así, zapatos y manos negras siguen su paso esquivando cada obstáculo en el camino, cada piedrecita que parecía un mundo y ahora se vuelve insignificante. La figura, también negra, que sostiene esas manos y esos zapatos, parece cansada pero sigue adelante, dando las últimas fuerzas para seguir meciéndose en ese vaivén de aceras forradas de flor de naranjo que se dejan morir sobre ellas. Todo en su conjunto, figura,zapatos y manos negras conforman un ser feliz de ser quién es, que junto con el azahar,su esencia de niñez, crean un juego del sueño de lo que siempre el ser anhelaba ser.
Un pajarillo canturrea despertándome por completo en la mañana, y al girarme me doy me cuenta, de que la figura negra es la sombra de mi existencia a lo largo del camino que siempre busqué cruzándome conmigo misma sin reconocerme,pero al verme,aminoré mis pasos y al mirarme, sonreí.

1 comentario:

  1. muy bonito, muy real y llego de imaginación e imagenes. tu post "huele muy bien" a azahar... como tu. Hay que estar alerta, con los ojos bien abiertos, con las manos dispuestas a dar y recibir caricias. Me ha gustado mucho, mucho.
    guapaaaaaaaaaaaaa.

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