miércoles, 8 de febrero de 2012

Sobre casi nada, Julio Camba.

(Aplicable al panorama actual y al mío personal. Sí me haría falta un casco para ensordecerme y que algun@s se quitaran el suyo propio.)
-Sobre el caso del silencio.-
Prodigiosa invención esa del caso para intelectuales que se ha hecho en Nueva York. El intelectual coge su preciosa cabeza y la encierra herméticamente dentro de casco, aislándola por completo de todos los ruidos exteriores. Un tubo, colocado a la altura del occipucio, le asegura la respiración, y , en esta guisa, el intelectual puede bajar al fondo del mar del pensamiento, como un buzo provisto de una escafandra.(...)
Prácticamente, no creo que este invento les sea muy útil a los intelectuales. Un intelectual no puede rascarse el cuero cabelludo por encima de la oreja, roerse las uñas o morder el portaplumas, es un hombre perdido, por profundo que sea el silencio que lo rodee.
Pero si el casco de silencio no sirve gran cosa para los intelectuales, por lo menos servirá para defenderse de ellos. Servirá para asistir a sus conferencias y a la lectura de sus poesías. Servirá para ir a los estrenos. Servirá para los conciertos...
Aunque, claro está, en el país de los sordos la venta del casco del silencio no podrá constituir nunca un gran negocio.

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