Odio que la inspiración llegue con los días tristes.
Es una araña que espera la noche
para salir de la grieta de la pared desconchada de la habitación,
y meterse en mi cama
sin pedir permiso.
Y despertarme. Sin permiso.
Y abrirme las manos,
las piernas,
la memoria
y la crueldad. Sin permiso.
Y después de días encerrada,
conmigo,
hurgando entre la piel del alma
y dejando las cicatrices necesarias
para recordar como volver al cuerpo;
se esconde de nuevo en su grieta,
en la oscuridad de la noche.
Para volver a morder a su antojo,
sin alarmas ni esperas,
sin pedir permiso.
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