martes, 2 de febrero de 2010

Un día de sol....

Hoy, amaneció oscuro,es más; he visto perfectamente como el sol empezaba a crear las sombras de los árboles caer en la calle. Cruzaba en silencio, en más silencio que nunca, pues mis pensamientos también callaban esperando la hora del juicio y del repaso mental. Y fue cuando cruzando una recoveco de un callejón empedrado que vi los rayos de sol estrellarse en mis ojos, al igual que cuando me miras y no soy capaz de decir nada. Para esos casos, es mejor coger aire profundamente y seguir adelante.
Así hice, sabiendo que todo lo que llevaba en mi cabeza serviría para algo más que pasar las horas delante de la madera muerta que habita en la esquina de mi habitación. Ahora se que tiene más vida que nunca.
La alerta se ha encendido. Han pasado dos horas. Se ha callado sabiendo que he hecho lo correcto, lo que esperaba de mi misma.
Pero lo que más fuerza me da, es este sol que me esperaba con los brazos abiertos cuando salía con una fugaz sonrisa por esas puertas gastadas de ver salir caras de desconsuelo, otras llenas de indiferencia y de vez en cuando, las que se inundaban de felicidad al ver el resultado de un trabajo bien hecho.
Y este llegar a casa y ver que aunque el café se enfrió esperándome sobre la mesa de la cocina, mi cabeza es capaz de llegar más allá sin la dosis de cafeína de las 5 de la mañana. Si miro por la ventana, el sol me sonríe, pero hoy, más le sonrío yo a él. En estos momentos el sueño y el dolor de espalda, son algo insignificantes para la alegría que invade los rincones de mi habitación.

(Lalo, Juan, prometo daros todos los datos de Santa Sofía de Constantinopla este verano).

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