jueves, 14 de abril de 2011

Respirar lo malo de nosotros,que lo peor lo guardo para mí.

Vivimos porque nos toca vivir, es la única ley que nos imponen al estar en este mundo. Si nos limpiamos de banalidades, moral y principios; da igual los qué, cuándo, cómo, dónde y porqués mientras que en cada segundo, con los ojos abiertos o cerrados; una bocanada de aire nos haga mecernos en los brazos de la vida. Da igual que estemos presos de prejuicios, penas, alegrías, deberes, dudas, proyectos o versos… respirar es lo verdaderamente importante.
Pero somos muy complejos, no nos conformamos con una opción, por suerte o por desgracia, todos necesitamos avanzar de algún modo, de llenarnos y atarnos a algo más que el aire que nos abraza y nos duerme cada noche. Puede quedar el consuelo de andar sólo, llenar el alma de hastío o indiferencia en tiempos propicios al odio; sin embargo, volvemos a respirar, a llenarnos de ese nada o de ese todo que nos simplifica a ser un número infinito de almas que buscan en el camino motivos para seguir avanzando.
He ahí la complejidad; ese número infinito que nos persigue, nos atosiga… nos rodea. Ese número infinito que nos enseña a aprender y aprende a enseñarnos. Y así, paso a paso, vamos haciendo el camino, sin saber con cuál de entre esas almas nos cruzaremos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario