jueves, 14 de enero de 2010

Caótica...

¡Ay el dolor del espejismo quimérico

que abre la boca y arranca la esencia!

Este obstinado mundo que muda

sus entresijos como si

de cabellos se tratasen.

Lóbregas manchas que amparan

cada chispa de agua, y,

poseen un camino que habita

a la cumbre de una daga

remendada de miel.

Acabar el fin

para empezar el principio

de esta fruslería de cristal.

Grande es el gozo de la gloria

de tus ojos por las finas riberas

que arraigan tus costados.

Albergas bravuras de niño,

que rezan en cada alborada.

Los cipreses cantan,

contando cuentos de antaño.

Y este día gris,

me honra con su evocación.

El camino busca el final

en la efímera colina de paz.

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