Mientras,desde el techo,
mi otra yo
te asaltaba la espalda.
No se si éramos dos o tres,
...o quizás uno.
Tú señora o tu putita, o las dos a la vez.
Ambas, juntas o separadas,
en algún momento estuvieron a punto
de jurarte amor eterno.
Se hubieran descarnado cada milímetro de su ser
en rayos de electricidad cósmica.
De la que tu lengua descargaba en sus cuerpos.
Y dejar el cuerpo palpitando y el corazón entre tus huesos.
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